Es verdad como dice Malraux, que toda obra nace de un tiempo, pero sólo llega a ser arte cuando se escapa de él.
Barradas en poco más de quince años creó una obra especial, única, de estética extraordinaria , que trasciende el tiempo y el espacio en que trabajó.
Dibujante de historietas, ilustrador de libros y periódicos, diseñador de escenografías y vestuarios teatrales, de afiches y juguetes, su pintura es excepcionalmente personal, no tiene antecedentes ni continuadores. Su incesante cambio de técnicas lo llevó del dibujo a la caricatura, grabado, acuarela, pintura, viñetas, marionetas, notación musical.
INICIOS
Rafael Pérez Giménez Barradas nace en Montevideo, ciudad que contaba en ese entonces (1890) con 214 mil habitantes. De estos más de 100 mil eran inmigrantes. Entre los que se encontraban los padres del pintor.
Su padre pintaba, pero falleció cuando Rafael tenía tan solo 8 años de edad, así que si bien se crió en un ámbito de cultura, y donde estaban Julio Herrera y Reissig, Roberto de las Carreras, Delmira Agustini, Horacio Quiroga y tantos otros de la bohemia montevideana, su creatividad es autodidacta.
Hacia 1911, Barradas ha realizado muestras de sus dibujos.
PERIODISTA
Creará “El Monigote”. Se dedica al periodismo como muchos otros de su generación.
En 1912 realiza una exposición de sus acuarelas en Montevideo, y en 1913 parte a Europa, sin un centavo.
ACUARELAS
Son pesadas, nada de levedad como uno podría pensar.
OLEOS
En estas obras se encuentra el magnífico cuadro de” Los Emigrantes” donde emplea una paleta baja, colores planos
En España se encuentra con pintores vanguardistas a los que se suma. Trabaja incesantemente. Pinta sin desmayos y expone en Muestras
individuales y colectivas. Desde los cafés de Barcelona, Zaragoza, Madrid, Hospitalet donde tiene su Ateneillo. Los intelectuales de mayor relevancia lo reconocen. Ya no quedan dudas: fue el eje de las vanguardias españolas
Las más de cien obras que produce en Hospitalet de Llobregat son admiradas por Lorca, Dalí, Torres García y muchísimos otros.
Toda su obra planista hará eclosión en su período vibracionista. Acude aquí a lo local, a la familia, al paisaje .El vibracionismo es un movimiento con diversas formas y reglas diferentes, con notas similares a las de un poema o una sinfonía.
CLOWNISMO
Aparecen retratos, jugadores de naipes, tomó los rostros de los payasos y sus colores y en forma bastante etérea transmitirá la expresión de dolor, de alegría, de las emociones que puede mostrar con unas líneas.
LOS MAGNIFICOS
Son retratos de porte mediano, de hombres y mujeres del pueblo y del campo .Su paleta es terrosa. Se destacan en ellos sus manos, exageradamente grandes pero no carentes de ternura. Son seres de trabajo rudo, que semejan la obra de Van Gogh, en “los comedores de papas”. Podemos observar al “Molinero de Aragón”, “Hombre de la Taberna”, “Pilar” ( su esposa).
TRASCENDENCIA
Además de todo lo dicho es importante el año 1917 cuando se encuentra con Joaquín Torres García y exponen en forma conjunta en la Galería Dalmau. Allí Barradas expone su obra vibracionista. Es todo un éxito, un descubrimiento para quienes no lo conocían y un comienzo de estímulos y acercamiento de los grandes de Paris, de Barcelona y en general de toda España.
La amistad de los uruguayos es sencilla y a los dos los fortalece.
En 1919 realizando obras para el teatro como escenógrafo conoce a la actriz Catalina Bárcena, a quien pintará en muchas ocasiones.
Con los MISTICOS en los que aparece una religiosidad tierna, ya casi al final de su vida. Es su obra de mayor poesía
REGRESO
En 1928 le escribe una carta al pintor uruguayo y amigo Domingo Bazurro donde le solicita que haga los trámites que pueda para poder regresar a su patria ya que se encuentra muy enfermo.
Es así que regresa. Había enviado con anterioridad la Revista ALFAR y su equipo.
Quiso pintar con el frenesí que lo hacía en Europa pero su salud se lo impidió.
El 12 de febrero de 1929 fallece, Pilar dona sus obras al Museo de Arte en Montevideo.
Para dar una dimensión aproximada de la grandeza de Barradas, podemos citar que al llegar a Montevideo en 1934, Federico García Lorca lleva flores al cementerio del Buceo a su tumba, en nombre de toda la intelectualidad española que había estado junto a nuestro admirado artista.