Un mirar habitado.
Copio el nombre que su curador debe haber elegido (Enrique Aguerre) porque me pareció no sólo sorprendente sino ubicado en lo que es la retrospectiva del artista.
Fui a Montevideo porque siempre me ha atraído Sáez como un gran pintor, mi curiosidad llegaba a cuánto podía haber realizado este gran artista uruguayo en 22 años.
Para exquisitez de todos, esta Muestra está hasta el 2 de marzo de 2015, ya que no creo vuelva a repetirse en muchos años. Como dice Ana Inés Larre Borges escribiendo sobre Carlos Federico Sáez, “ha sido uno de los secretos mejor guardados de la cultura uruguaya.”
Quizá porque ha pasado más de medio siglo sin que se hiciera una muestra que abarcara su obra.
Conocía algunas de ellas, que siempre me asombraron por su virtuosidad y por la edad de quien lo había realizado, como “La Amiga” una mujer envuelta en lilas, cansada de la representación teatral que ha tirado sus zapatos y tiene su abanico para dispersar no sólo el calor, sino vaya a saber qué pensamientos. Algunos críticos dicen es su hermana.
“Cabeza de moro”, “Mujer con gargantilla”, “La Nona”, “Ibisco”, son algunas de las que me inspiraban un profundo respeto pero siempre estaba a la espera de más.
INICIOS
Nació en Mercedes (Soriano) dentro de una familia burguesa en 1878.
En edad escolar ya demostró que lo que le interesaba era la pintura, y hubo que rendirse a semejante vocación artística con tamaño talento.
Raquel Pereda que ha investigado su vida minuciosamente nos dice: “Carlos niño ya había manifestado una especie de quieta rebeldía para asistir con regularidad a la escuela primaria.” Ahora me explico que las cartas que escribía a su familia y que reproducen en video en el Museo De Artes Visuales, estén llenas de faltas de ortografía, cuestión que me asombró, pero esto es simplemente una deformación profesional. Que alguien escriba algo así como: “le bolberé á escribir otra bes” carta a su madre desde Roma, con 15 años, e “hiba a ser” entre muchas que el espectador podrá descubrir al visitar el Museo.
Estudió dibujo y pintura con Juan Franzi, ya en Montevideo.
Juan Manuel Blanes al ver su obra dice que no tiene nada que enseñarle y aconseja que se le envíe a escuelas europeas. Partió así a Roma en 1893, con 14 años. Ingresó allí a la Academia de Bellas Artes. El gobierno uruguayo le dio una pensión de estudios. Se estableció con su taller en la Vía Margutta de aquella ciudad.
PROYECCION
Cuando Mariano Arana me dijo prepárate que el Museo Nacional de Bellas Artes está preparando una retrospectiva de Sáez, me ilusioné pero también pensé y cuántas obras conseguirán.
Ahora he quedado fascinada: estudios a lápiz o a pluma y las primeras obras en acuarela, o pastel-tiza, luego seguirá el óleo, son paisajes o bodegones, retratos, autorretratos, etc.
Las obras expuestas son propiedad del Museo Nacional de Bellas Artes, préstamos del MALVA (Constantini) de Buenos Aires, y de dieciséis coleccionistas privados. No las conté pero son más de doscientas.
Al ver su obra parece que podemos divisar el pase de un siglo al otro, con detalles de impresionismo como fondo de sus retratos, sin que tuviera conocimiento de este movimiento parisino.
Toda su obra parece hecha sin esfuerzo alguno. Así como tomar el pincel o el lápiz y comenzar. A veces no terminaba su obra de inmediato, sino que salpica su talento entre varias. No por eso perdía el color y la grandiosidad cualquiera de ellas.
TRASCENDENCIA
Mucho se va a escribir aún de Sáez de acá en adelante. Pronto tendremos un catálogo que imagino su grandiosidad. Mejor, quedará para que se le recuerde como en los “Grillos” de Enseñanza Primaria donde sus obras aparecen para que los niños conozcan no sólo a Torres, Figari, Barradas, Cúneo… si no a este gran pintor que hoy estará meses para disfrute de todos los que vayan a nuestro Museo Nacional de Bellas Artes en Montevideo.
Cuando recorría sus obras me encontraba de pronto, sorprendida con algún retrato que conocía, pero que no había visto sino en forma gráfica y estas eran las que había reproducido Primaria en sus publicaciones: “Cabeza de viejo”, “Parvas”, “El taller del pintor” como algunos de sus ensayos a lápiz y aún debo olvidar algunas al no tener conmigo la famosa revista por haberlas regalado.
Hay obras que quedaron en Roma y en Europa en general, otras en familias uruguayas.
Cuando en su regreso final a Montevideo, continúa pintando, expone retratos de familiares y amigos en el Salón Maveroff.
Recibe el Primer Premio, una medalla de oro, que regala a su madre, por un concurso de Afiches para una exposición de arte del Ateneo bajo la dirección de Pedro Figari.
Carlos Federico Sáez muere en noviembre de 1901. Como dice Thiago Rocca:
“Su línea vital, como su obra, tiene el garbo de un vuelo que no concluye.”