[blockquote]El mar a pinceladas[/blockquote]
Micaela Núñez instalada en La Barra, es una mujer, una artista inquieta, plena de luminosidades. Tiene color interior, ese que muestra en sus obras llenas de una vitalidad especial. Allí la encontré, pintando, organizando los paquetes de pinturas que se llevaría a Buenos Aires, al día siguiente, a una exposición.
La doble cara atribuida al mar de amigo generoso y enemigo implacable ha sido, en todos los tiempos, fuente de inspiración de artistas que buscan, no solo en sus aguas sino en todo lo que le rodea, variedad de imágenes que brindan tanto un mundo de belleza, riqueza, emoción y placer.
Desde el arte griego y antes el egipcio, ya aparecen naves pintadas en vasos, bajorrelieves y murales, pasamos luego a Roma imperial. Por las pinturas italianas de Tintoretto, el Veronés, que plasman combates navales. Creció luego, este estilo, en Holanda (Van de Velde) y maduró en Gran Bretaña. Ya en épocas del romanticismo hizo su entrada J.M. Turner.
Los temas náuticos siguen siendo hoy día algo reciente en nuestra pintura. Con la persona que hoy conversamos apreciamos en sus lienzos: la luz del faro proyectándose en la noche de tormenta, o en tranquilas aguas. Podemos transitar por muelles, cubiertas de veleros, velas que surcan el mar.
Micaela me cuenta: “Comencé a pintar siendo niña, por un tema que era solo diversión. Pintaba en el Colegio al que iba y donde encontré el apoyo e impulso de la Hermana Mercedes. Era una forma de mantenerme quieta. Ahí usé témperas, acuarelas, óleos y carbonilla. En Secundaria no pinté tanto. Pero ya en 5to de Bachillerato, me decidí por el área científica ya que quería ser arquitecta. En pintura soy autodidacta. Me radico en Buenos Aires a estudiar. En el teatro San Martín, en su biblioteca, encontré un curso de unos cinco años que estaba entre la arquitectura y el diseño; voy por el camino de los interiores de casas. También hice danza, fui a talleres de escultura, (actualmente lo hace nuevamente, con modelo vivo y eso lo disfruta al máximo). En esos momentos tenía un espacio, en la empresa donde trabajaba, para pintar.”
PROYECCION
Algunos compañeros con los que pintaba la invitan a una exposición en la Placita Dorrego, en San Telmo, en Buenos Aires, por las tardes. De ahí realiza una muestra en el patio de la Facultad de Arquitectura. Siguió pintando y exponiendo hasta que le plantean que lo haga en la Galería FORMA de Araoz y Santa Fe. Comienzan a aparecer fuertemente sus marinas en acuarelas sobre papel.
“Me doy cuenta que estoy creciendo, no solo en la pintura, sino dentro de mí misma […] Aprendí que lo que hacía se llamaba pintura naútica o marítima. Me di cuenta de ello cuando me invitan a Montevideo a un Concurso de pintura marítima. Gané un premio. Ya se me llamaba “marinista”, siempre he tomado la parte deportiva del tema. Estudio las regatas, las mareas, las costas… Investigo y luego pinto. Mientras, trabajaba en una empresa constructora, en la parte de diseño de interiores, cuestión que me apasiona, tuve cargos importantes en esa empresa. Pero la pintura es lo mío. Logré un lenguaje propio, ya que la gente reconoce mi obra. Me cuesta desprenderme de lo que hago. Soy la primera pintora de velas deportivas del Río de la Plata. Tengo la membresía en pintura marítima que me entregó EEUU. He expuesto en ese país con otros marinistas y tenemos un carné que nos identifica.
“Cuando era niña, Punta del Este, era mi hogar, mi lugar. Hoy ha cambiado y me duele. Crecí en las cercanías del faro; corrí y jugué en la vereda de La Candelaria. Recorrí sus calles, aprendí a nadar en “las mesitas”. Pero… bueno, todo evoluciona y yo deseo lo mejor para mi ciudad.
Mi padre creó el restaurante El Ciclista y allí vendí uno de mis cuadros que más quería. Pero fue a una persona conocida, así que esto me daba la certeza que quedaba en mi lugar”.
TRASCENDENCIA
“Me vinieron a visitar el rey y la reina de Malasia. Pensé que caminaban por estos lugares tan hermosos, disfrutándolos. La sorpresa fue cuando me dijeron que venían a verme a mí y a mis obras. Me compraron algunas. Les hablé de Punta del Este, les dije que “era de pura cepa puntaesteña”. Se rieron. Prometieron volver. Les regalé revistas de toda esta zona. […]
Mi obra ofrece un impacto visual, por el color, por la escena que representa. […] Los veleros han cambiado: ahora tienen colores. Yo he pintado una cantidad en tonos sepias, porque para mí, eran más románticos. Me recuerdan las fotos que mi abuela tenía de veleros, y que a mí me encantaban. Por ahí empecé.
En la Junta Departamental de Maldonado, se le acaba de hacer un homenaje, como hija de Maldonado exitosa y reconocida.
Participó de un evento con Argentina y Brasil, representando a Uruguay. Dos arquitectos brasileños realizan una galería de arte con ateliers y artistas. Muestra en la que estuvo presente Micaela. Hubo otros invitados como: Arteta, Tonelli y Blanco. Se realizó en Belén Nuevo, en Porto Alegre. ” Fue muy grato para mí, que en mi propio lugar me “vieran”. También ocurrió en la Liga de Fomento de P. del Este, cuando el centenario.[…] Mejor respaldo que tu trabajo no tienes”. “Es ahí donde está la fortaleza.”
Está siempre en su atelier de La Barra. En plena Ruta 10. Recuerda emocionada cuando trabajaba decorando interiores que estaba cerca de donde Cacho Tejera tenía su Taller, en la Galería Concorde. Le mostraba mis cartones y él me decía, hay que seguir trabajando. Cuando se trasladó a la galería del Edificio Apolo, Tejera también lo había hecho. Ahí la visitaba para verla pintar su serie de sepias en papel. Cuando se le ocurrió hacer un cuadro de gran tamaño, se encerró en su local. Cuando el pintor tan querido lo vio, su asombro fue un regalo. Y el comentario: “¡Con ese pincel lo hiciste!” Era un pincel de pared, lo único que tenía para pintar. Ahora trabaja con Galería MVD de Montevideo. En la de los Suspiros en Colonia. En Buenos Aires en Galería VIP de la calle Arroyo. También en una galería de Mónaco: Galería Noorsart. En Michelle Galery en Washington. En Ventura Country en California. En el Museo de las Américas en Miami. En Holanda. En el Museo Marítimo Expresidio de Usuahia, como marinista, allí tiene una sala para ella con su nombre, junto a Quinquela Martin. Va todos los años, en noviembre.
Su estudio está lleno de piedras semipreciosas, en este momento. Han venido de Artigas. Son cuarzos de todos los tamaños que pintará para un Museo que en ese departamento se instalará. La finalidad es que los extranjeros que vengan a llevarse piedras, se lleven una obra de un artista uruguayo también.
“Lo importante, —dice Micaela— es tener siempre tu sueño delante de ti.”