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Pablo Atchugarry

· septiembre 25, 2016 · Arte , Escultura ·

[blockquote]La experiencia vital de quien triunfa y es reconocido.[/blockquote]

Atchugarry mantiene siempre una mirada en su niñez y adolescencia, acaecidas en Montevideo, por eso y porque le interesa la juventud de hoy en Uruguay, es que le hicimos una nota en el Museo-espacio de Arte, cercano al mar, como él lo reitera cada vez que puede.

—Háblame de la infancia. ¿Desde muy niño comienzas a pintar?
“Mi padre, que era un apasionado del arte, me ayudó a seguir en la pintura. Mi familia siempre me animó, y éste ha sido uno de mis puntos fuertes. Era enormemente tímido, me resultaba difícil entablar una relación. En Montevideo salía a la plaza y hacía retratos, me interesaba más la figura humana. Después fueron los grupos de personas, que miraban hacia el sol, la luna…”

—¿Tu primera exposición?
“Fue individual, en 1972, en el Subte Municipal. Luego se abrió la posibilidad de exponer en Buenos Aires y en Brasil más adelante.”

—¿La escultura?
“En Uruguay trabajé el cemento, en arcilla y hierro. Quien me ayudó en los primeros pasos fue Adela Neffa.”

PROYECCION

La búsqueda de otros caminos. El primer viaje a Europa fue en 1977. Absorbió con avidez toda la arquitectura, la pintura la escultura, de las principales ciudades. Luego se encaminó a Carrara.
“Fue un gran impacto, desde ese momento me fue difícil permanecer en el mismo camino del que había partido”.

Siempre encontró quien le diera una mano; conseguir un lugar donde trabajar el mármol. Al principio logró vender sus pinturas así aliviaba el costo de sus viajes, ya que el que lo apoyaba era su padre. En Copenhague, en una feria de arte, vende todas sus obras. Comenzaba el camino hacia su independencia económica. Estando en Milán fue invitado a visitar Lecco, cerca del lago de Como. Allí expone. Viaja nuevamente a Carrara y paga su primer bloque de mármol con una pintura suya. En él realiza la escultura que le habían encargado, la primera en mármol, a la que llamó “Lumière” Cuando uno piensa en la palabra mármol, lo primero que viene a la mente es Miguel Angel o una de sus obras. Quizá a Atchugarry la admiración por este gran artista lo inclinara hacia el mármol, como lo expresa él mismo; ya que Miguel Angel es “el gigante de sus sueños de escultor”.

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Conoce la materia como pocos: “hay mármoles blancos, blanquísimos; mármoles rosa que van de un rosa pálido, o rosa amarillento, o rosa oscuro, casi rojo; también hay con vetas de color verdoso, grisáceo, negro…” —explica.

A través del mármol expresa sus emociones, sus angustias, sus sentimientos profundos, sus vivencias más íntimas.
“En cuanto al mensaje ético que pueden tener mis obras no es algo buscado especialmente, pero la verticalidad me ha acompañado siempre, mirando hacia lo alto, como si las obras se interrogaran acerca de esas cosa que el hombre busca desde el origen de los tiempos.”

—¿Qué obra es la más importante para ti?
“Cuando me invitan a participar de la Bienal de Venecia como artista representante de Uruguay, pensé lo importante es la paz. Era mi deseo de contribuir a una reflexión sobre el tema de la paz. Era el año 2003 y acababa de empezar la guerra de Irak. […] Así formé un grupo escultórico “Soñando la Paz”. Es una escultura-instalación: los mármoles blancos que se expanden y se extienden hacia lo alto contrastan con los impulsos conflictivos, más terrenales y pesados, pero también más simples.”

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La instalación estuvo formada por cinco piezas verticales de mármol de Carrara que podían identificarse con los cinco continentes y que representaban el ideal, el sueño. Este ideal se ve amenazado por otros elementos más oscuros, de color grisáceo (mármol gris de Bardiglio): tres altas estructuras que circundaban las blancas columnas prominentes. Las cinco torres “catedrales” (de acuerdo a un crítico), reflejan su luz a los elementos más oscuros. Esa energía los conduce hacia un ideal único, que es el ideal de la paz.

Agradecemos la presencia de Pablo Atchugarry de nuevo en nuestra tierra. Qué más podemos decirle a un hombre que tanto ha hecho y da para la humanidad.