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Washington Barcala

· junio 5, 2018 · Collage , Pintura ·

Barcala es un artista plástico uruguayo, nació en Montevideo el 3 de julio de 1920, en una familia de clase media.

A pesar de la grandeza de su obra, fue ignorada mucho tiempo en nuestro país y recientemente han comenzado exhibiciones de su obra en el Museo de Artes Visuales .

Es que él también trabajó y realizó sus obras en forma muy callada, muy discreta.

Donde sí se le reconoció fue en España, lugar donde vivió mucho tiempo.

Desde muy pequeño dibujó en las tapas de libros y cuadernos escolares, en los que se destacan los autobuses, que recién aparecían en la ciudad y los goleros o arqueros atajando pelotas de fútbol de las maneras más inverosímiles.

Evidentemente la magia de pensar en el recorrido de los ómnibus que pasaban frente a su casa o las pelotas que atrapaba en sueños de gran goleador contenía el rito encantado y la imaginación que los niños imprimen en su forma de “ver” la vida.

Así pasaba los sábados pintando a gusto, muchas horas y si no, jugando al fútbol.

Pintaba en telas y llenó su casa de almohadones pintados con flores, con paisajes japoneses o copiando postales con ilustraciones que le atraían.

INICIOS

Una de las tardes que jugaba al fútbol, vio que un señor armaba su caballete, su caja de pinturas y la maravilla de colores que lograba en sus telas.

Comenzó a seguirlo para ver cómo realizaba sus obras, hasta que ese pintor le dijo que fuera a estudiar al Círculo de Bellas Artes. Era Zoma Baitler.

En el Círculo tuvo como profesor a Guillermo Laborde. Luego que este falleciera fue su maestro José Cuneo.

Mantuvo siempre la amistad con Zoma Baitler y este hombre-guía para Barcala, lo llevó a la casa de JoaquínTorres García.

El maestro del constructivismo lo mandó a que siguiera pintando los paisajes que hasta ese momento hacía y se los llevara.

Fue muy corto el tiempo que estuvo en el Taller.

Siguió por su cuenta trabajando y enviando a Salones donde lo invitaban. Ganó premios. Se destacaba.

Por el año 1948 se encontró con Espínola Gómez, en el Círculo de Bellas Artes. Juntos y con Juan Ventayol y Luis Solari fundaron el grupo “Federico Sáez”.

Las primeras obras de Barcala fueron de un eclecticismo figurativo; probaba y se discutía a sí mismo cómo seguir.

Dejó un tiempo de pintar, cuestión que creo le pasa a muchos de los grandes artistas, es un poco como el psicoanálisis, hay días en que estás mudo y no te viene ninguna idea que transmitir.

Luego recomenzó y su obra fue expresionista. Un solo cuadro lo identifica, su autorretrato, en un ambiente de café.

En 1960, integró el grupo de uruguayos que nos representó en la Bienal de Venecia.

PROYECCION

Pero realmente su carrera comienza cuando se va a Europa, en especial a Madrid. Recorre sus calles, sus Museos, las exposiciones de otros artistas.

Estudió grabado y pintura al fresco en las noches del invierno madrileño, con el maestro Vazquez Díaz (famoso en España), en la Academia de San Fernando. En las tardes dibujaba con carbonilla, teniendo modelos vivos.

Viaja a Paris, donde asistió a la Sala de la Academia Grande Chamiere en Mont Parnasse. En los cafés de Paris conoció a otros artistas como Zakine, Giacometti, a Chagall.

En este paseo europeo va desde las cuevas de Altamira y Lascaux hasta las pinturas de Pollok.

Regresa a su país.

En el año 1955 regresa a Europa y se encuentra con Picasso. No mantienen ningún diálogo, pero se conocen.

TRASCENDENCIA

Al final regresa definitivamente a Europa. Sobre todo a Madrid.

Comienza aquí realmente la obra que lo identifica como gran artista y que admiramos por ser en esa época el único que trabajó materiales, y color o sin color, donde encuentra una expresión que dio lugar a que se le llamara maestro del no color.

Las maderas, hilos, varillas, cartón, telas, placas, con las que construye composiciones que tienen un aspecto de improvisación o juego puramente al azar y sin embargo uno se extasía frente a cada una.

A algunas les agrega pintura espesa, óleo rojo, azul, y vemos un expresionista con mucha fuerza.

En otras obras se ven las puntadas que da con hilos con una precisión y medida espectaculares, hojas caídas, trozos de tela o papel, a veces cartón muy liviano, que son collages que te impresionan por su energía, o algunos por su levedad.

En algunas aparecen elementos figurativos.

Es todo un desafío encontrar su trabajo y observarlo detenidamente.

No hay otro artista uruguayo que nos dé la maravilla del no color o de colores pesados y elementales, naturales como una hoja de otoño al caer, que nos llene el espíritu con la inquietud de un niño buscando qué otra cosa hay por ahí escondida en la obra.

Falleció a los 73 años, un 8 de diciembre de 1993.

Este artista permanecerá cada vez más a nuestra vista para que podamos encontrar al niño que miraba a los autobuses y viajaba en la ilusión en ellos, o al hombre que buscó definitivamente una forma, un color, un no color, en obras que nos hacen jugar mentalmente con sus varillas y sus telas.